Los medicamentos LASA bajo estricta vigilancia

Los riesgos se incrementan cuanto más numerosas sean las etapas de preparación de un medicamento. Este es el caso concreto de los inyectables, que ofrecen un amplio abanico de aplicaciones, tales como: la anestesia, la reanimación, la quimioterapia, la nutrición o incluso la antibioterapia. Dependiendo de la vía de administración empleada, los inyectables requieren precaución y vigilancia hasta el momento de su administración y una vigilancia intensificada cuando la prescripción incluye medicamentos con nombre y aspecto parecidos, conocidos como medicamentos LASA (del inglés look-alike o sound-alike).

A finales de los años 60, solo una decena de productos presentaban parecido, fuera visual (look-alike) o fonético (sound-alike). Este parecido se podía ver reflejado en el nombre, en la forma o en el envase. Se calcula que a día de hoy existen más de 3000 pares o tríos de medicamentos LASA. ¿La causa principal? El descenso de las patentes ha provocado la irrupción de muchos medicamentos genéricos con nombres similares para un mismo principio activo[1]. Esto sucede especialmente con los antiinfecciosos. Las confusiones generan muchos accidentes con consecuencias potencialmente mortales, ya que implican a veces sustancias peligrosas como potentes tranquilizantes o anticancerosos.

Los LASA representan por sí solos una tercera parte de los errores medicamentosos identificados en los Estados Unidos. Para reducir su impacto en la seguridad de los pacientes se han tomado múltiples medidas. En primer lugar, la prescripción, primera fase crítica desde su lectura cuando es manuscrita, se ha informatizado poco a poco. Esto permite que la prescripción incluya información exacta importante sobre el medicamento y su preparación: la concentración, la dosis, el diluyente, la velocidad de infusión, a la vez que precisiones indispensables para evitar confusiones, garantizar la reconstitución en la farmacia del hospital y la administración al paciente. En cuanto al entorno hospitalario, se han redactado muchas recomendaciones. Por ejemplo, no comprar varios medicamentos genéricos para un mismo principio activo, así como organizar mejor el almacenaje de los inyectables separando los productos peligrosos de los demás o incorporar un etiquetado adicional para identificarlos mejor.

Otra acción preventiva concreta es la tipografía del medicamento en su envase primario y secundario.  Las minúsculas y mayúsculas se han alternado para identificar mejor las distintas sílabas. El uso de letras mayúsculas ha mejorado claramente la legibilidad del nombre del producto. El Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos (ISMP o Institute for Safe Medication Practices) de los Estados Unidos ha ido recientemente aún más lejos. Y recomienda aumentar la visibilidad incorporando letra en negrita: LOOK-Alike & SOUND-Alike.

Existen soluciones: normativas y de envasado

Varios organismos gubernamentales, como la ANSM de Francia o la FDA de Estados Unidos, han publicado una lista que agrupa el conjunto de los medicamentos LASA. Se actualiza periódicamente, pero resulta difícil, por no decir imposible, armonizarla a nivel internacional. Muchos de los productos farmacéuticos tienen un nombre distinto en función del país en el que se comercializan. Desde el punto de vista normativo, se podría actuar con anticipación y sobre todo antes de autorizar la comercialización de un producto. En el momento de presentar el expediente de comercialización se podría exigir que el nombre comercial no se pareciera a ningún producto ya existente, so pena de denegar la solicitud.

Desde el punto de vista del envasado, otra posible solución fácil de implementar sería la atribución de un código de color por categoría de productos que fuera visible en los embalajes primarios y secundarios. En el caso de los medicamentos inyectables envasados en bolsas flexibles, las conexiones del tipo twist-off o luer-lock podrían ser de unos determinados colores (azul, rojo, verde, etc.) en función de los productos. En las demás formulaciones, el color sería visible en el embalaje secundario y el etiquetado del producto.

Existen, por tanto, varias posibilidades de mejora para reducir los riesgos de errores asociados a los medicamentos Look-Alike y Sound-Alike. Pero solo una colaboración internacional entre la industria farmacéutica, los fabricantes del envasado, los organismos reglamentarios y los usuarios finales permitiría salvar los últimos obstáculos de su puesta en práctica.